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Quién es la señora de las flores amarillas a la que el Papa Francisco dedicó unas palabras al salir del hospital Gemelli

El Pontífice agradeció a todos los presentes sus oraciones y cariño, pero se centró especialmente en una mujer que durante varios días le llevó un ramo de flores amarillas

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Carmela Mancuso recibiendo el saludo del Papa ABC
David Sánchez de Castro

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Las primeras palabras del Papa Francisco tras recibir el alta hospitalaria del Gemelli habían generado una gran expectación. Aún con notables esfuerzos, el Pontífice dedicó una escueta frase para devolver parte del cariño recibido durante este poco más de un mes en el que se ha temido por su vida. Millones de personas en todo el mundo rezaron por su recuperación y, aunque queda tiempo para que pueda estar al 100%, los que pudieron también se acercaron al 'hospital de los Papas' para orar y desearle de cerca que la infección remitiese.

Una de las personas que más ha llamado la atención de los presentes y del propio Francisco ha sido la que ya ha quedado bautizada como la mujer de las flores amarillas. De hecho, en el escueto y dificultoso discurso que dedicó a los presentes frente al Gemelli, el Pontífice se fijó precisamente en ella: «Gracias a todos. Veo a la señora de las flores amarillas, es buena».

Todas las miradas se fueron hacia una mujer mayor que estaba presente, agitando un ramo exultante y al borde de las lágrimas por la emoción ya no solo por ver a Francisco, sino por las emotivas palabras y el gesto que le dedicó.

El origen de la costumbre del ramo de flores amarillas: una niña de tres meses

La mujer se llama Carmela Mancuso, tiene 78, es de Monterrosso, en la región de Calabria, y hasta que se jubiló era profesora. Todos la conocen como Carmelina.

Habitante de Roma desde hace seis años, cuando comenzó la convalecencia del Papa decidió acercarse cuando podía. Cada día que acudió, y fue al menos una docena, llevaba en ristre unas flores de color amarillo que se preocupaba por hacerle llegar a la habitación del Santo Padre. Ya es su seña de identidad y, de hecho, antes de la convalecencia del Papa ya había acudido varios miércoles a la audiencia en la Plaza de San Pedro con el mazo de rosas en la mano. Para ella, según explica a 'Vatican News', es una terapia.

Y es que para la señora Mancuso, una mujer de voz tenue, modales suaves, rostro bondadoso y sonrisa afectuosa a todos los que se le acercan, el ramo de rosas amarillas ha sido una suerte de talismán. Hace años, Carmela conoció en el hospital pediátrico Bambino Gesú la historia de una niña de solo tres meses a la que tenían que operar. Conoció a la tía de la pequeña durante una visita a la Divina Misericordia, una iglesia cerca de San Pedro, y se enteró de su situación. La tía temía ir al hospital a ver al bebé y Carmela decidió acompañarla. Llevaba consigo un ramo de rosas amarillas.

«Desde entonces, siempre empecé a llevar flores en señal de agradecimiento. De hecho, cada vez que llevo flores, pongo una tarjeta con muchos mensajes y pido una bendición para mis familiares y amigos. Y desde hace un mes también para el Papa», relató a los medios de comunicación vaticanos.

«Cada vez que llevo flores, pongo una tarjeta con muchos mensajes y pido una bendición para mis familiares y amigos. Y desde hace un mes también para el Papa»

Carmela Mancuso

La mujer de las flores amarillas

El ramo, en Santa María la Mayor

El Papa recibió el ramo de rosas amarillas, pero no se lo quedó... porque ya tenía pensado cuál era su destino. Francisco tiene una costumbre en cada viaje que hace: al regresar a Roma se acerca a orar a una de las llamadas Cuatro Grandes, la Basílica de Santa María la Mayor. Después de este viaje, en este caso al hospital, también.

Después de dejar el Gemelli, el Papa pidió desviarse para acercarse allí. Como no era una parada prevista, no estaba preparada una rampa para que pudiera subir las escaleras hasta el templo, por lo que se tuvo que conformar con entregar a modo de ofrenda un obsequio muy especial: el ramo de Carmela Mancuso.

El cardenal Makrickas fue el encargado de depositar el ramo a los pies de la Salus Populi Romani, la Protectora del Pueblo Romano más conocida como Nuestra Señora de las Nieves, una pintura atribuida a Lucas el Evangelista y que data de finales del siglo VI.

El ramo de flores amarillas a los pies del Salus Populi Romani Vatican media

Consciente de todo el revuelo que se ha formado en torno a ella y a su ramo de flores, Carmela pide no dejar de rezar ahora, aunque el Papa haya salido del hospital.

«Animémoslo, acompañémoslo, lo conseguirá. Lo conseguirá como la niña del Bambino Gesù que se curó. Él también, seguramente», deseó, con una ferviente fe y alegría contagiosa.

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