Españoles mar adentro
35.000 pescadores sin vacuna: «Nos pidieron que fuésemos patriotas en pandemia para olvidarnos ahora»
En España, solo País Vasco ha decidido priorizar a sus trabajadores el mar en la campaña de inoculación

Estos días hace mala mar. La flota está amarrada en Burela, Lugo, uno de los puertos pesqueros más importantes del mundo, sobre todo en capturas con anzuelo de la llamada merluza de pincho. Basilio Otero es el patrón mayor de Burela, presidente de ... la Federación Nacional de las Cofradías de Pescadores. Hay 220 en España, la mitad gallegas. Pero ni Basilio ni el resto de los trabajadores del mar en Galicia han sido vacunados. «Y aquí no pesa la edad –dice– porque hay de todas, ni las áreas sanitarias, porque somos de todas partes». «Han muerto tres compañeros por Covid. Y nadie se ha enterado. Solo sus familias. ¿Por qué? Fuimos esenciales durante la pandemia, nos pidieron que fuésemos patriotas y nos echáramos a la mar para que no faltase el pescado en los supermercados y ahora nos han olvidado. Hay compañeros que no han vuelto a sus casas en los últimos ocho meses. Contagiados o no, no contamos para la Administración».
El Instituto Social de la Marina, donde están representados la marina mercante, el sector de la estiba, las cofradías que preside Basilio, los armadores y todo el sector de la pesca, ha ofrecido al Estado sus propios servicios médicos para que 35.000 trabajadores españoles sean inmunizados. Pero ni por esas, se quejan en el sector. «No se entiende esta decisión», afirma Edelmiro Ulloa, gerente de la Cooperativa de Armadores de Peca del Puerto de Vigo. «Son 35.000 dosis para trabajar con seguridad que hemos pedido por activa y por pasiva, porque en los barcos no se puede guardar la distancia mientras se está faenando y es difícil que infectado uno, no se infecte el resto de la tripulación», insiste Otero, que confiaba en Janssen como una solución monodosis para que fuese más fácil la campaña de inoculación de los pescadores. Esta semana han recibido como un «jarro de agua fría» que tampoco se les administrará ese suero por el momento.
Desde Cepesca (Confederación Española de Pesca), su secretario general, Javier Garat, corrobora una a una las palabras de los dos gallegos y advierte que la flota de larga distancia tiene un problema añadido por la lejanía. Garat, gaditano, pertenece a la segunda flota más numerosa de España, la andaluza. «Algunos nos han llamado tras meses y meses aislados en pandemia para pedirnos que les dijéramos la verdad, porque no creían a sus mujeres. ‘Qué pasaba en tierra’, decían, estaban desolados. Yo mismo estuve ingresado cuatro noches por neumonía y no imagino lo dramático que puede ser esto en un barco. Se te pasa de todo por la cabeza, imagina en alta mar. Han sufrido mucho», completa Garat.
Mareas de cinco y seis meses
«Hacen mareas de hasta cinco, seis meses», refrenda Ulloa. Solo los atuneros que faenan en las islas Seychelles han recibido la vacuna, porque el Gobierno de este archipiélago ha decidido que no podía dejar que atracasen tripulaciones posiblemente infectadas por coronavirus, comentan todos con cierta envidia. En España, la Xunta de Galicia y la Junta de Andalucía trasladaron también en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que preside la ministra Carolina Darias, la necesidad de una solución urgente para estas personas, pero de momento está en fase de parálisis, se queja Garat. Aun así, tanto él como el armador vigués reivindican la «ejemplar»» decisión del Gobierno de Iñigo Urkullu, porque los nacionalistas vascos han decidido priorizar a sus ‘arrantzales’ (o pescadores de bajura que capturan cerca de la costa, bocarte y caballa sobre todo) y que no se expongan cada vez que entran y salen del muelle. Hace tres fines de semana que comenzaron a inocular el fármaco a 800 pescadores, con menor riesgo de contraer Covid en cada salida.
Mar adentro, desde aguas del Svalbard, bacaladeros como el ‘Lodairo’ protestan por el océano de indiferencia que encuentran en las autoridades. Su patrón, José Luis Otero , es el que ha puesto voz estos días en un vídeo grabado a los riesgos que están contrayendo por la falta de una inyección para ellos. En alguno de los 300 buques que con bandera española faenan en aguas internacionales en estos momentos, sus tripulantes duermen en literas, 3 y 4 en la misma habitación; con camas que rotan o comparten, incluso. La falta de espacio en los comedores es notable. Se sientan 15 a la mesa y, evidentemente, el servicio de enfermería en estos buques dista de ser el de un hospital o una UCI preparada para atender la embestida del coronavirus.
No relevan las tripulaciones
Pablo Piñole tiene 28 años y es tercer oficial de un buque tanque que transporta gas natural (un LNG, como se les conoce) con bandera y tripulación cien por cien española. Pendiente de volver a embarcar, a ninguno les han vacunado ni tienen programado el pinchazo . Considera que «no es una tarea fácil vacunar a los marinos», pues, dice literalmente: «Siempre andamos pendientes del embarque y muchas veces tenemos que ir a trabajar dejando pendientes algunas citas de revisión con el médico. Yo ahora llevo dos meses en casa y regreso al barco, pero hay gente que pasa menos tiempo todavía en el domicilio».

Piñole y Otero hablan también de la dificultad para relevar turnos. «Pasamos mucho tiempo sin hacer relevos, hay muchos problemas. Mi última campaña fue de seis meses cuando tendría que haber sido de tres . Tenemos que hacer PCR antes de volar del país y otra al llegar al puerto de embarque en un periodo menor a tres días. Ahora me toca una mañana en Galicia y otra en dos días en Algeciras».
El joven explica que la doble prueba de PCR exigida se debe a veces más a las navieras que a los Estados, porque no pueden arriesgarse a que les paren un barco y tener a la tripulación infectada. En mi sector, el transporte de gas e hidrocarburos, los costes de flete por día son enormes. Hay muchos países, además, que se niegan a prestar asistencia si tienen muchos contagiados a bordo, como ya ha pasado. El mayor recelo lo estamos encontrando en los países caribeños, la mayoría de las islas tienen prohibidos los relevos ».
Piñole navega por aguas del Caribe normalmente, mientras Iñaki Uria, marinero del vizcaíno Bermeo, lo hace en Costa de Marfil, donde está ahora en campaña de cuatro meses. Son casos opuestos. «Somos un sector muy oculto. Poca gente se preocupa de lo que nos está afectado porque no nos ven», reprueba Pablo. En cambio, Iñaki contrasta que a los marineros de altura en País Vasco se les inyectará la vacuna en verano al volver, pero sus relevos en tierra ya están todos vacunados. Basilio Otero pone otra pega, además de la resistencia de las naciones a que llegue una tripulación afectada, y es que «tampoco es lo mismo que enfermes en aguas de Angola que en las del Ártico».
«Cualquier buque de altura va a tener muy complicada su atención médica. Están haciendo una confinamiento permanente»
«Cualquier buque de la flota de altura va a tener muy complicada su atención médica», afirma Ulloa, quien añade: « Estos barcos están haciendo un confinamiento permanente a muchas millas de navegación de países españoles. Y de tierra. Y lo que podría ser para ellos una ‘gripecilla’, lo van a pasar, sin vacuna, como una grave dolencia».
Garat, también presidente de Europêche, patronal pesquera europea, remacha: «Son gente dura la de la mar, y con vocación. Pero nadie entiende por qué la Administración General del Estado no les atiende y los abandonan. El pescado no viene volando al súper . Ellos han estado ahí en todo momento».
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