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EL PAÍS

60 años de la Feria del Libro de Valencia: “la segunda” más grande de España

La cita literaria comienza con altas expectativas pese a que peligró por la falta de ayudas de la Generalitat en un año marcado por la dana

Los novelistas Ignacio Peyró y Rosa Montero firman sus respectivos libros este jueves en la Feria del Libro de Valencia.

Las ferias del libro en primavera tienen el aire del Edén. El que se respira en el Parque del Retiro de Madrid o en la Carrera de la Virgen de Granada en los meses de mayo y junio. En Valencia el sol cae suavemente sobre los lectores que este jueves a las cinco de la tarde, hora de la inauguración, llenaban los alrededores del passeig Antonio Machado, en los Jardines del Real. Es un día azul. La cita literaria, que empieza un día después del Día del Libro, y que durará hasta el 4 de mayo, celebra 60 años con la edición más ambiciosa: 91 expositores, 131 casetas y 1700 firmas.

Juan Pedro Font de Mora, presidente del Gremi de Llibrers, que organiza el evento, reivindica la Fira del Llibre como “la segunda más grande de España después de la de Madrid” porque “Sant Jordi, en Barcelona, no es como tal una feria”, considera. El presidente de la organización asegura que en la pasada edición se superó el millón de euros en volumen de ventas y cree que como mínimo se igualará este año.

En una de las casetas pequeñas está Manuel Turégano, de Ediciones Contrabando, que este año comparte espacio con la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica. Tiene 69 años, una barba espesa y blanca, y viste una camisa a cuadros holgada en su cuerpo enjuto. Apoyado contra la pared del interior del módulo corrobora desde la perspectiva de haber participado los últimos 11 años que “la feria crece” y que “siempre ha tenido mucho público”. Pero objeta que “es importante que tenga también peso literario porque falta que vengan más autores relevantes de dentro y fuera de España”.

El entusiasmo contrasta con que esta edición ha estado cerca de cancelarse, según el Gremi de Llibrers. La Generalitat no ha dado las ayudas que por ley todos los años financian este y otros eventos del libro, aunque finalmente la organización consiguió arrancar una subvención extraordinaria que ha permitido que se celebre. “No van a atreverse a dejar tirado a un evento así”, asegura Turégano, el editor de Contrabando.

El editor explica que su empresa es una de las damnificadas por la dana. “Gran parte de nuestro depósito estaba en el almacén de nuestro distribuidor en Ribarroja, que fue devastado totalmente”, recuerda. “Tardamos mucho en recibir las ayudas directas de la Generalitat. Estábamos preparándonos para la Feria, muchos libros se destruyeron y tuvimos que reimprimir. El Consorcio de Seguros no ha dicho ni mu”, lamenta Turégano. Para las empresas del sector afectadas por la riada, que arrasó el 29 de octubre buena parte de la provincia, las ayudas de la Generalitat para la promoción del libro se hacen especialmente necesarias. La Fira supone para algunas librerías la primera vez que vuelven a vender de cara al público desde el desastre.

Es el caso de La Moixeranga, en Paiporta, uno de los municipios más afectados. “La librería quedó en siniestro total”, explica Arantxa Carceller, de 43 años, que regenta el negocio junto con Eva Vázquez, de 44. “Ahora estamos en la fase más bonita, hemos reconstruido la librería por completo”, explica Carceller desde la caseta, que prevé la reapertura para finales de mayo. “En febrero nos hicimos autónomas porque la ayuda se acababa, alquilamos un despacho y empezamos a trabajar bajo pedido”, asegura la librera, feliz de reencontrarse con los lectores.

La ayuda extraordinaria de 130.000 euros se publicó hace unos días en el diario oficial de la Generalitat, in extremis. “Es lo que nos ha permitido celebrar la edición con cierta normalidad”, explica Font de Mora, el presidente del Gremi de Llibrers. “Pero estamos esperando a que se vuelvan a convocar las ordinarias y que se recuperen actividades”, advierte y asegura que “los presupuestos de 2025 ―aprobados en Les Corts― las contemplan, pero aún se tienen que tramitar”. Preguntado al respecto, el director general de Cultura, Miquel Nadal, se ha excusado al asegurar que “ha sido un año muy duro para nosotros”. La ley valenciana del Libro obliga al gobierno autonómico a conceder estas ayudas al sector para garantizar su supervivencia y hace referencia también a la promoción del valenciano.

Sandra Capsir, de 42 años, celebra bajo una carpas de la feria el 40 aniversario de la editorial Bromera, símbolo de la literatura en valenciano. La subdirectora del grupo explica que el recorte de las subvenciones ha afectado a la empresa. “Dentro de nuestros valores está la promoción del valenciano en colegios y bibliotecas; tenemos revistas y material promocional de la lengua. Hemos seguido trabajando, pero son ayudas más que necesarias y esperamos que se recuperen”, lamenta.

La tarde avanza con brillos naranjas sobre las jacarandas de los Jardines del Real y los lectores y autores firmantes parecen ajenos a los conflictos de la tramoya de la Fira. El periodista y novelista Ignacio Peyró, con su habitual aspecto de dandy, firma su último éxito El español que enamoró al mundo, un retrato sobre el cantante Julio Iglesias. “Es mi primera vez aquí y es un lugar espléndido”, expresa con entusiasmo. A su lado, su homóloga Rosa Montero, hace lo mismo con Animales difíciles, una distopía noir sobre inteligencia artificial. “La Feria de Valencia me chifla; es muy popular, a pie de calle, permite que los escritores y sus lectores hablen a la misma altura. De los 60 años que cumple la feria, habré venido 30”, confiesa.

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